La educación de los hijos, en serio, pero con humor

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Muchas veces, con la educación de los hijos pasa lo que con muchas otras cosas importantes: se ve rodeada por tantas cosas urgentes, que al final se le dedica poco tiempo del bueno, ese que necesitan los proyectos más grandes e importantes, y que sirve para planificar y preparar.

Puede que pienses que estoy exagerando, que te tomas la educación de tus hijos muy en serio, pero ¿estás seguro de que puedes contestar "SÍ" a la mayoría de estas preguntas?

  • ¿Has escrito alguna vez, en papel, lo que quieres para tus hijos a nivel educativo, y qué vas a hacer para conseguirlo?
  • ¿Lo has escrito para cada uno de ellos, teniendo en cuenta sus características individuales?
  • Durante la última semana ¿Cuántas de las cosas que has hecho a nivel educativo estaban dedicadas a preparar el futuro, en lugar de a corregir problemas, o a tratar temas cotidianos?
  • ¿Y durante el último mes? ¿Y durante el último año?
  • ¿Tienes algún plan de formación en marcha? ¿Sabes ya sobre qué cosas tendrás que aprender según crezcan tus hijos?
  • ¿Conoces las próximas fases del desarrollo de tus hijos? ¿Estás preparado para identificarlas cuando se presenten, y reaccionar adecuadamente?

No te preocupes si el "NO" ha sido el ganador claro en tus respuestas. Simplemente, bienvenido a la realidad de los atrapados por las mil cosas del día a día (que, por cierto, es una gran mayoría). Sin embargo, tener una buena excusa, que lo es, no quita para que haya que intentar cambiar las cosas, y dedicar tiempo de calidad a preparar y planificar la educación de los hijos.

¿Y cómo hacerlo? Pues podríamos hablar ahora de la importancia de priorizar, de renunciar a otras cosas, y bla, bla, bla... pero hoy solo quiero hacer una propuesta simpática: prepara una reunión con tu pareja.

Sí, sí, en plan absolutamente serio, como las de la oficina. Consultad las agendas y enviad una invitación con el orden de temas a tratar. Definir día, hora y duración, y marcad ese tiempo como ocupado. Nada de televisión, ni llamadas, ni plancha, ni cocina. Ni mucho menos niños. Preparad un cuaderno y tomad acta de lo que habléis y decidais. Y luego, practicad el seguimiento de lo acordado, con reuniones regulares. La idea es tomarse la educación de los hijos como lo que es, un proyecto muy serio que requiere gran preparación y planificación.

Lo bueno es que hacer que estas cosas sean tan serias con tu pareja termina resultando divertido, porque son cosas que normalmente no se suelen hacer, y menos de esa forma. Por el camino, claro, iréis viendo cómo poner atención en esos detalles educativos se reflejará en los hijos.

Pero me dejo para el final la mejor de las ventajas de este sencillo método: refuerza enormemente la relación de pareja. Nada hay que una más a las personas que tener objetivos comunes. Y sin embargo, en las luchas del día a día, en las que normalmente cada uno termina encargándose siempre de las mismas cosas, es muy habitual terminar perdiendo de vista esos objetivos comunes, esas grandes misiones que se comparten cuando se tienen hijos. Por eso pararse un ratito de vez en cuando, dedicarse sin gritos ni tensiones a esa tarea tan importante que nos une, refuerza nuestra unión y complicidad de una forma realmente especial. Y no hay mejor entorno educativo que una casa donde se respira el amor y la unión entre los padres.

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